Sábado, 26 de julio de 2008

Estamos en la cuenta atrás. Llevamos 10 días de campamento. “Se han pasado volando”; es la sensación que tenemos todos; incluidos los y las que, al principio, tuvieron días de sonrisas y lágrimas por estar lejos de casa. Y es que, hay otra sensación flotando en el ambiente: aquí también somos una gran familia. No me digáis que no es bonito. Bueno, perdonadme, hoy estoy algo sensible y es que, a una, le da pena que esto acabe.

Los MEDIANOS se han levantado media hora antes que de costumbre. Tenían que salir pitando del campamento para ir hacia la zona de rápel, que como ya sabéis la tenemos ubicada a una hora de camino. No se les ha dado nada mal. De hecho creo que hay que empezar a subir el nivel de estas actividades. Es como si lo hubieran hecho toda la vida. Será que tienen buenos maestros. Mientras esperaban su turno, han estado practicando todo tipo de juegos de manos, de mesa,…sentados tranquilamente a la sombra de un inmenso robledal. Han deshecho el camino como balas. Les esperaba la piscina.

Después de desayunar y ordenar sus tiendas, los más PEQUEÑOS han jugado al “mataconejos” y mientras hacían hora para salir también de camino al rápel. Allí, además han jugado a las etiquetas. Vuelta al campa para llegar exactamente a las 14:00 a comer. ¡Hasta se han hecho un sprint para entrar por la puerta a tiempo!

El grupo de MAYORES ha tenido durante la mañana el campamento a plena disposición. Han aprovechado para las rotaciones de liga y hacer una gymkhana de juegos tradicionales: tira-soga, carrera de txingas, carrera de mazorcas…¡Queridos padre y madres: van a llegar a casa en una forma física excelente¡

La comida, un día más, ha sido bien recibida. Cocido madrileño en toda regla y un heladito, energía de la buena para una tarde de acción. Aunque primero, claro está, tiempo libre para llamar a casa a quien le toque y hacer la digestión tranquilamente en una buena sombrita.

Después del descanso de mediodía, los MEDIANOS han empezado fuerte: una lucha de paintball. Al acabar no se sabía cuál era exactamente el color de su piel. Manguerazo general y al agua patos. Para qué se habrán bañado si les esperaba la gymkhana guarra. Madre mía, superando diría yo a la de los mayores. ¡Bueno, diremos igual, que luego se nos pican!

Los PEQUES, a las 16:00, tras la digestión y aprovechando las horas de más calorcito, gymkhana acuática. Han nadado y buceado mejor que los medianos y mayores, que yo los he visto. A las 17:00 partido de “suavibote”, un juego muy divertido con botellas de suavizante recicladas. Ya os contarán. Tras la merienda, gymkhana de puntería y un circuito deportivo-acrobático.

Antes de las duchas hemos hecho batida general y es que queremos que mañana os encontréis el campamento con la mejor cara posible para que os sintáis lo más a gusto posible. Eh…y no es que a diario lo tengamos sucio, solo que lo queremos tener más limpio de la cuenta. Como nos sobraba un rato entre duchas y cena, los PEQUES todavía han podido ensayar algunas cosas que mañana os querrán enseñar.

En la cena, todos nerviosos. Esta noche teníamos pases para “La Mansión del Horror”. “¿Quiere de verdad cruzar la puerta? Recordad que una vez dentro no hay vuelta atrás. Ja, ja, ja, ja!!!” nos anunciaba el mayordomo. Risillas y lagrimillas, gritos y supergritos, y alguno que otro ha estado a punto de clavarle las uñas al compañero, pero hemos salido todos sanos y salvos. No os preocupéis.

Para calmar el latir acelerado de nuestro corazón, antes y después hemos jugado al “furor”, donde todos hemos podido demostrar nuestras dotes de cantantes.

Como veis, no nos aburrimos ni una pizca. Y ya no nos acordamos tanto de casa. Aunque bajo este cielo estrellado, los últimos pensamientos son siempre para la gente que uno más quiere.

Para ellos hoy, un beso especial. Muy especial.

Ah! Se me olvidaba, los que vengáis mañana, cuidado por la carretera.